Foto tomada de aquí. Lástima que no muestren los alrededores.
Acabo de recordar una cosa que me pasó un día llevando a mi abuela a su casa. Resulta que ella vive cerca a la biblioteca el Tintal, y de ahí pa'dentro hay que echar harta pata si uno no tiene carro ni plata para pagarle a las bicicletas-taxi, carros colectivos o taxis. Al fondo de este barrio, que se desarrolla velozmente y ahora invade los espacios de la sabana de Bogotá, acaba con la vegetación en pro del desarrollo y brinda una vivienda a las personas de escasos recursos, etc, ahí vive mi abuela. Al final de ese barrio. Por eso tengo que llevar a la abuelita hasta el final del camino, porque es una caminada brava.
Al llegar al final, encontré una de las cosas que más me encantan en la vida "los taxistas". Éste, que estaba parqueado en la mitad de la vía dejando pasajeros en el conjunto del frente y no había cómo pasar hasta el conjunto de mi abuelita, estaba ahí inmutado de la realidad. Por más que intenté decirle amablemente que se moviera y le pité de manera decente, (porque odio con toda mi alma la gente que pita y en especial los que me pitan y ojalá los que me pitan vayan todos al infierno y les metan ese pito entre el culo) por más que lo intenté, el taxista no se movió, no se inmutó. Mi abuelita me dijo -tranquilo mijito, yo camino. Igual son unos metricos- Yo la quería dejar en la casa, pero el taxista no colaboró y no la pude dejar en la puerta de la casa como debería.
Ojalá la cosa hubiera acabado ahí, pero no. Mi abuela se bajó y mientras yo intentaba dar la vuelta para volver a la Ciudad de Cali el Sr. Taxista sacó una lata de coca-cola, le metió una servilleta y sin el menor pudor la arrugo y la tiro al piso, en la mitad de la calle. Me emputé y me bajé del carro. Recogí la lata y se la entregue diciéndole -Que pena sumercé, se le cayó esto- y le entregué la lata. Él sólo me miró con indiferencia, miró la lata y musito un simplón -gracias-. Soy un héroe, pensé y volví al carro. Antes de entrar al carro el taxista me grita -Si tanto le importa la basura también puede recoger esto- y tiró ahora la lata y un paquete de papas. Acto seguido subió la ventana y arrancó pasándome por el lado y haciéndome esa cara de "Soy más inteligente que tú, lero-lero".
Ahora si me quedó bien claro el significado de Triple-Hijueputa. ¿Qué hacer? ¿Perseguirlo en una carrera mortal y cerrarlo y meterle la basura por la boca antes que utilice el radioteléfono y lluevan taxistas y me rompan la madre? ¿Sentir esa impotencia, tan normal en Colombia, recoger el papel y botarlo donde es? ¿Dejarlo ahí y adoptar la posición del taxista, si a el no le importa mí tampoco me importa? Ustedes se imaginarán qué hice.
Todo esto a qué viene, pues que nosotros como colombianos somos animales de contradicciones. Esa es nuestra esencia, así nos criaron y así moriremos. Somos amigos de las buenas causas, queremos y sabemos lo que tenemos. Que cuidar la naturaleza, que la importancia del reciclaje, que no botar los papelitos a la calle hace que vivamos en una ciudad limpia y que el agua es un bien que se nos está acabando y hay que conservarlo. En facebook se pueden encontrar grupos llenos de gente intentando salvar cualquier causa, no importa. El colombiano sabe todas esas cosas y siempre lo ha sabido. Pero nunca hace nada, nada le importa. Sigue talando árboles, sigue haciendo pesebres con musgo, sigue metiendo los desechos orgánicos e inorgánicos en una sola bolsa, sigue botando cuanta porquería encuentra a la calle y derrocha agua como pobre. Porque los ricos saben el valor de las cosas, los pobres no. Los pobres tienen riquezas y las malgastan, los ricos las aprovechan para hacerse más ricos.
Seguimos sin hacer nada. Somos como los gringos, pero a la colombiana, creemos en el cambio pero no hacemos nada por él. Alguien algún día va a hacer algo, pero nosotros cuándo vamos a hacer algo, parece que nunca. No nos interesa. Y luego nos quejamos porque todo está mal, y tenemos razón todos somos "el todo" de Colombia y por ende todos estamos mal.
Por mi parte seguiré luchando por causas perdidas, por lo menos haciendo que la gente se sienta un poco miserable de sus actos y trate de cambiarlos. Lo intentaré, porque creo que la gente cambia y la humillación pública es una de las mejores herramientas para lograrlo. Todo en cuanto no tenga que pelear con la mente estrecha como la de algunos taxistas de Bogotá.
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Ya te quiero ver. Todo dentro de mí me lo pide. No es posible la forma como te extraño y te necesito. Lo bueno es que ya no falta nada, eso es lo que nos hace sonreír ahora.
7 comentarios:
Me gustó la frase que escribiste: "Sentir esa impotencia, tan normal en Colombia..." Sin duda, es la verdad.
Linita, es una lástima que sea así, que esa sea la verdad.
Bienvenidísima las veces que quieras.
Tranquilo Sebas que yo también me he tragado madrazos, miradas asesinas, caras de lero lero e insultos no solo de taxistas sino de "gente bien" en centro comerciales exclusivos al norte de barranquilla (por no decir que en el Buenavista) cuando he recogido cositas que se le han caido a otros o cuando les he recordado que las filas no son para los lados sino atrás de la otra persona.
Pero fresco. Algo estamos haciendo. Quien quita que algún dia ese taxista triplemalparido antes de botar otra lata a la calle recuerde la cara del huevon que le recogió la que "se le cayó" y decida botarla en una caneca.
Nada como los pelaos que venden dulces en los buses aca en barranquilla... esos dicen "y recuerde botar el papelito por la ventana para no ensuciar el bus".
Saludes.
He tenido peleas similares, con idéntico desenlace: impotencia. El más reciente, el del taxi.
Creo que la reacción del taxista es producto de ese orgullo/ego/machismo que no le permite al colombiano promedio admitir que se equivocó. El tipo sabe que es un doble hijueputa guache por haber hecho eso, y le duele en el alma que alguien se lo diga en la cara. Y más le ofende que no le haya metido la lata en alguna cavidad de su cuerpo (como él hubiera esperado/hecho) sino que se lo haga de forma sutil y de forma que insulte su precaria inteligencia.
Por eso, la reacción no me extraña. Pero fresco, el mensaje queda. A lo mejor exista una pequeña probabilidad de que el tipo la próxima vez lo piense.
O al menos eso prefiero pensar.
PD
Porfa configure el feed para poder leerlo completo. No suelo leer los posts utilizan esa odiosa práctica.
Me hizo acordar que ayer leía la revista Credencial, donde salió una encuesta a los líderes de este país. Una de las preguntas era que si hacían algo por cuidar el medio ambiente, pregunta a la que la mayoría respondió afirmativamente. Pero luego, a la pregunta de cuántos carros tiene, la mayoría tienen dos.
¿Muy consecuente no?
Suerte. Buena entrada.
Pues si Lucas, tenemos que trabajar para hacer de Colombia un lugar mejor sin aplicar a técnicas de desaparición forzosa. Eso de botar los papelitos habla de la cultura ciudadana y la pertenencia que tenemos hacía las ciudades y las instituciones.
Patton, los taxistas son cosa seria. Me dieron tema hasta para el post que sigue. Listo, arreglado lo del feed.
Dr. Andrade, pues ¿Qué Político va a querer quedar mal con una entrevista? Obvio ninguno. El problema, creo yo, que necesitamos más líderes que conozcan las causas y quieran luchar por ellas. Mire el caso de Bogotá que no tiene alcalde. Al pueblo todavía nos traman con espejitos brillantes y nos dejamos tumbar y ahorita Bogotá que va del culo pa'l estanco!!! Es consecuente que el pueblo se merece el dirigente que elige.
Yo no soy vengativa, pero la verdad? yo despues de recogerle la lata me quedo ahi detras quietica sin dejarlo salir... un ratico largo, no mas pa que sepa como es la vaina (hacerle visita a la abuelita entre el carro no es pecao'). Eso, pa que aprenda a respetar el tiempo y el espacio publico.
Lo de la lata... ay Dios, esa es una de las situaciones en las que uno piensa que no hay manera de tratar con tremendos inmbeciles, ni siquiera son animales, los animalitos cuidan su entorno.
Rogando entonces porque se le pinche la llanta con una lata malpaaaaarquiada, a ver si aprende como es la movida ecologica, porque que mas.
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