21/03/2007

Nunca olvido una cara pero con usted haré una excepción

Hoy no es que no quisiera escribir, lo que pasa es que un muy buen amigo mio (no se si yo soy amigo de él) escritor él. Nunca ha querido publicar un blog por temor al fracaso... o al rechazo. Por fin lo convencí que me dejara leer uno de sus artículos y me reí como enano leyendo lo siguiente, tenemos exclusividad de los derechos y primicia de Daniel Ávila en la Interné, espero lo disfruten tanto como yo, ya no siendo más, ahí se los dejo:

De cuánto se puede demorar alguien en un cajero automático
Por: Daniel Ávila

Era 15. Para mí, que aún soy un simple asalariado, era y sigue siendo el día más esperado de todos. Es algo así como comerse una tartaleta de arequipe después de mucho tiempo sin probar el dulce. Los catorce días anteriores lo único que hago es contarlos para que ese momento, anhelado hasta el cansancio, llegue antes de que se me acabe la plata de la billetera.

Aproveché para ir al cajero que queda a unas cuantas cuadras de mi oficina antes de ir a almorzar. La fila para sacar plata era eterna, cosa lógica si comprendemos que vivimos en un país en donde el salario mínimo es lo que se gana Claudia Bahamón en medio día de trabajo.

Aún así, tenía que esperar. Necesitaba la plata para almorzar.

Hice la cola tratando de no caer en el desespero y en el hambre. Sin embargo, todavía no he entendido cómo putas, que me perdone mi abuelita q.e.p.d, hace una persona para demorarse tanto en un cajero automático. Todo aquel que ha realizado el proceso sabe que es algo muy sencillo: se entra al cajero, se mete la tarjeta, se digita la clave, se escoge el tipo de cuenta (sólo hay dos opciones), se escoge el monto deseado, se espera un segundo, se saca la plata, se revisa el saldo, se sale del cajero. Eso, lo juro por mi mamá que todavía me dice “mi bebé” a pesar de que ya tengo 23 años y de que no vivo con ella, se demora 30 segundos. De pronto, 45 y eso si a usted en su colegio no le enseñaron a leer con la Cartilla de Coquito. Máximo, máximo, 1 minuto y eso porque usted ahí si es que no sabe leer.

Delante de mí se encontraba una señora gorda y fea que, en honor a la verdad a pesar de sus defectos, inspiró este artículo inútil. La señora entró al cajero y le echó cerrojo. Ella ya sabía su clave, pero acostumbraba a guardar en un papelito los cuatro dígitos de la suya para confirmarla siempre que iba a sacar dinero. El papel reposaba en medio de un bolso repleto de elementos de maquillaje y de una agenda llena de tarjetas de peluquerías y de domicilios de cigarrerías. Empezó a buscar el papel, pero no lo encontró. Hurgó en el bolso, sacó tres espejos y por fin, después de llamar desde su celular a su hija para preguntarle dónde estaba, encontró el papelito. La señora nos lo mostró descaradamente y triunfante a las casi diez personas que aguardábamos impacientes afuera del cajero. Acto seguido introdujo su tarjeta, pero aún no tenía claro cuánto necesitaba, por eso primero se aseguró de pedir el saldo.

Afuera, todos esperábamos desesperados y mi estómago ya me hacía reclamos. Habían pasado cerca de quince minutos. ¡Quince minutos! Y esta señora todavía no había sacado ni un centavo. Cuando vio el saldo, se tomó la cabeza. Seguramente, el número que vio no la satisfizo. Vi que tenía ganas de salir a protestar, pero cuando observó que los que esperábamos queríamos comer Gorda a la Plancha, retrocedió. En ese momento, volvió a introducir su tarjeta, pero justo cuando iba a digitar su clave, el papelito maravilla se le cayó. La señora era tan gorda que no se pudo agachar, por eso abrió la puerta y me pidió el favor de que se le recogiera. Lo alcé y se lo di mientras mi odio iba ascendiendo a los niveles que siento contra Óscar Rentería Jiménez. Ella volvió a introducir su tarjeta, miró su papelito e digitó su clave. Cuando llegó al monto, leyó cuidadosamente: 10.000, 20.000. 30.000, 50.000, 100.000, 200.000. Ninguna de esas cifras se acomodaba al monto que necesitaba y alcanzó a ver una última opción que decía Otra cantidad. Ella la escogió y después de leer Marque el monto requerido. Sólo múltiplos de 10.000, marcó 105.500. El cajero no reconoció el valor y le pidió a la señora repetir el monto. Ella insistió con cuidado pensando que había marcado mal. Digitó nuevamente con lentitud mientras repetía en voz alta 1, 0, 5, 5, 0, 0 y el cajero le negó nuevamente la cantidad. Después de un momento, la señora desistió y canceló la transacción.

30 minutos después, todos los que esperábamos protestábamos ante el descaro de la señora, que queríamos quemar como en la peor época de la inquisición. Después de ver que no pudo sacar lo que quería, salió del cajero lanzándome una perla que jamás olvidaré: “Está dañado, joven”. Y yo sólo atiné a responder: “Gracias, señora, gracias”, mientras pensaba “vieja hijueputa, se acabó mi hora de almuerzo”.


Mi vida tu sabes que tu estás primero que todo, excepto Millonarios que hoy me tiene delirando (5-1 derrotó al Medellín). Quiero que disfrutes tanto de lo que hace el gran Dani a como yo lo hago.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajaja el problema con los articulos de Dani es que son tan buenos que a uno le da piedra que sean tan cortos

Tatu... dijo...

*Al escritor invitado: …No es que le quiera decir que está perdiendo el tiempo dejando sus historias en el papel, ya que el efecto de catarsis que se hace al escribir es maravilloso; pero por el contrario creo que tiene un potencial fantástico si sube todo a la web y nos regala más escritos.

Ah!... jajajaja,. El detalle de la gorda a la plancha fue lo máximo!

*A tatan!: ¿Por qué diablos no lo habías convencido con anterioridad para publicar sus historias?... muy bueno el post!

Saludos y te cuidas un resto!

Juan Felipe Chamorro dijo...

jajajaja. Buenísimo!!.

Todos tenemos nuestras increibles, tristes y emputantes historias de cajeros y viejas brutas (y eso es coincidencia, no machismo. Lo juro)

david santos dijo...

Halo!
Gran trabajo. Gracias por hacerlo.

Peter Gallego dijo...

Pues a ver como convences a tu amigo de escribir pues madera sì tiene...

Anónimo dijo...

¿¿¿Será que uno llama estas cosas???

Ayer duré 27 minutos esperando a que un par de Mocosos sacaran plata de un cajero (pa' colmo había un gordito)... cuando se dieron cuenta de la histeria colectiva, intentaron apurarle, pero nada... metían y sacaban la tarjeta pero nada. Hasta que se dieron cuenta que era una tarjeta de crédito de otro Banco lo chistoso es que la historia se repite y el gordito levanta la voz y dice -ESTÁ DAÑADO-

Juan Felipe Chamorro dijo...

'Pa' colmo había un gordito'... jajajajaja

Kar-Eq dijo...

jjaajajaja, Muy bueno el post, hermano digale al ome q se anime pa q nos regale estas vainas mas seguido, yo creo q muchos nos sentimos identificados con la historia del cajero.

Yo dijo...

Otro caso tipico de ignorancia tecnologica!!!, bueno pero no se puede decir nada porque depronto nos da tambien. jajaja.

Buen post, buen blog!!!

Saluditos!

Daniel Ávila dijo...

Claro que eres amigo mío, Shebitas, si no, seguro no hubieras entrado a este cajero. Muy agradecido a todos por los comentarios.

Anónimo dijo...

jaja, bueno saber que no estamos solos!!!

¿Que tanto hacen en los cajeros? Es simple: insertetarjeta-clave-retiro.

¿es tan difícil?

::::VARGAS:::: dijo...

oiga, tiene futuro el escrito invitado